Meditación y Integración .

Un fragmento de El Inicio de la Evolución, Una introducción a las Antiguas Enseñanzas Dzogchén compilado y editado por Alfredo Colitto, publicaciones Shang Shung, 2018.

Meditación e Integración.

No estás siempre consciente de la luz interna que experimentas durante o después de recibir la transmisión directa del Maestro. Pero si descubres tu condición real, puedes tener lo que se llama la Base. Este es el primer paso. Por supuesto, sólo esta primera experiencia no es suficiente: debemos de tenerla más a menudo, familiarizándonos con ella, hasta que un día estemos en ese estado todo el tiempo. ¿Cómo hacemos esto? Primeramente, podemos practicar meditación.

Cuando decimos, “yo hago meditación”, es siempre un concepto [de la mente]. Hay algo en lo que se medita. Pero en las enseñanzas Dzogchén, no aplicamos la meditación de forma conceptual. Simplemente nos entrenamos para estar en nuestra naturaleza real: nos sentamos de manera confortable en un lugar silencioso, hacemos Guruyoga y descansamos en ese estado. Cuando tratas de estar en ese estado día tras día, te familiarizas más con él [estado]. De esta manera, empiezas a ser más y más libre. Cuando estás en ese estado siempre, día y noche, estás completamente libre de la transmigración en el samsara. Esto es llamado iluminación, o realización. Ya no somos esclavos de nuestras emociones ni de la condición dualista. Así es como debemos aplicar la enseñanza.

Aunque la meditación ayuda, si queremos estar en nuestra naturaleza real continuamente, hacer sólo meditación no es suficiente. Normalmente podemos meditar media hora, o quizás una hora. Algunas personas pueden sentarse [a meditar] dos o tres horas al día, pero eso es todo. Durante las otras veintidós o veintitrés horas vivimos en completa distracción, especialmente en este mundo moderno, donde tenemos que trabajar, criar a nuestros niños/niñas, y pagar nuestras cuentas. También necesitamos tiempo para cocinar, para comer, para dormir… Entonces, ¿cómo podemos permanecer en el estado de nuestra naturaleza real 24 horas al día, semana tras semana, año tras año?

La respuesta es que debemos integrar todo lo que hacemos en ese estado. La integración es la clave de la practica Dzogchén, y es la integración lo que hace esta enseñanza particularmente útil en estos tiempos modernos, cuando las personas no tienen mucho tiempo para sentarse y meditar, o ir a alguna cueva y quedarse en retiro por años y años.

Integración significa que en nuestra vida cotidiana no permanecemos en una visión dualista. Recuerda el ejemplo del espejo. Si miramos en el espejo vemos un reflejo, y decimos “oh, este es mi reflejo”, esto es visión dualista. Visión no-dualista significa estar en la naturaleza del espejo. Nosotros no vemos reflejos, reflejamos todo. Esto es sencillamente nuestra potencialidad, no necesitamos separarnos de los reflejos y juzgarlos.

Cuando tenemos esta capacidad, significa que no hay diferencia entre meditación y no meditación, porque todo y cada momento de nuestra vida está integrado en nuestra naturaleza real.

Presencia y Consciencia

Algunas personas dicen, “me gusta el Dzogchén porque no tiene reglas y soy libre de hacer lo que quiera”. Esto no es en absoluto el principio. Pensar de esta manera demuestra claramente que uno no ha entendido el significado de concienciación.

Primeramente, tenemos que hacer una clara distinción entre reglas y consciencia. Las reglas son establecidas de acuerdo con las circunstancias de tiempo y lugar, y condicionan al individuo externamente; la consciencia surge del conocimiento que el individuo posee. De esta manera, si estamos conscientes, podemos obedecer las reglas sin sentirnos restringidos por ellas. Estar libre de limitaciones es algo interno, no hay necesidad de demostrarlo haciendo alguna acción extraña, como quitarse toda la ropa y desnudarse en la calle, por ejemplo. Si hacemos esto para mostrar cuán libres somos, en vez de llegar a la iluminación probablemente terminaremos en la cárcel. De lo contrario, si estamos presentes y somos conscientes podremos vivir sin problemas bajo cualquier tipo de ley, sin estar condicionados por ella.

Muchos maestros importantes han dicho, “¡Conduce el caballo de la consciencia con el látigo de la presencia!” Este conocimiento es crucial, porque si la consciencia no está acompañada de la presencia no funciona. Aquí hay un ejemplo de concienciación: imaginemos que una mujer tiene una taza llena de veneno frente a ella y es consciente de esto. Como sabe el peligro del veneno, no necesita muchas explicaciones sobre esto. Así como, también alertará a otros que no sepan sobre el peligro, diciendo “¡Hay veneno en esa taza si lo bebes morirás!” De esta manera, la concienciación da la oportunidad de advertir a otros también, y así las personas pueden evitar el peligro.

Ahora suponemos que estamos tratando con personas que saben sobre el peligro del veneno, pero no lo consideran importante, o tienen dudas sobre ello, o quienes en realidad no tienen esta consciencia. En este caso, no es suficiente decir “¡Esto es veneno!” Sería necesario añadir, “¡Beber esto está prohibido, y cualquier persona que desobedezca será castigado por la ley!” En este sentido la vida está protegida por la amenaza de la ley. La ley se basa de hecho en este principio, y aunque es muy diferente del principio de concienciación, es indispensable como modo de ayudar a salvar la vida de las personas irresponsables que carecen de consciencia.

Extendiendo el ejemplo, también podemos entender el significado de “presencia”. Digamos que la mujer, que como hemos dicho tiene consciencia de que hay veneno en la taza y sabe las consecuencias de beberlo, carece de presencia continua. Entonces, en un momento de distracción, puede, accidentalmente, beber el veneno. El punto es que, si la consciencia no está acompañada de presencia es difícil que esta produzca los resultados correctos.

El Principio de No Estar Distraído

Cuando estamos en el estado de nuestra real naturaleza, no hay límites, pero cuando estamos en la visión dualista tenemos limitaciones. Siempre estamos distraídos. Siempre hay algo que estamos mirando, escuchando, oliendo, tocando o degustando. Nosotros percibimos todas estas cosas como algo externo (“yo estoy aquí, otra cosa esta allí”), y lo juzgamos. Lo que nos gusta, lo aceptamos. Lo que no nos gusta, lo rechazamos. De este modo, acumulamos la potencialidad del karma día tras día. Esto es lo que llamamos visión dualista.

Entonces, ¿qué debemos de hacer para no estar distraídos? Aunque las enseñanzas Dzogchén también incluyen muchas prácticas formales, lo más importante es tratar de permanecer en nuestra naturaleza real. Después de esto, lo segundo en importancia es tratar de ser conscientes y estar presentes en cada circunstancia. Estar relajado es vital también, pero si no estás presente, no puedes relajarte. Por otro lado, cuando estás presente, te das cuenta de cuando no estás relajado(a) y entonces puedes relajarte. El punto principal es permanecer presente: en todo momento, cada día, desde el momento en que nos despertamos hasta el momento en el que nos vamos a la cama, e idealmente aun cuando estamos durmiendo, como veremos luego. Quizás piensas que es imposible estar presente todo el tiempo. Pero todo parece difícil al principio. ¿Recuerdas cuando estabas aprendiendo a conducir un automóvil, cuán difícil fue?

Al principio, sólo te concentrabas en conducir, sin poder hacer mucho más. Observabas la carretera, estabas un poco tenso(a), tuviste cuidado con los otros vehículos, e hiciste lo mejor que pudiste para llegar a tu destino sin tener accidentes. Pero después de algunos meses, ya no era difícil. Y ahora que estás familiarizado con ello, mientras conduces, estás presente. Te relajas, ves el panorama afuera, hablas con la persona sentada a tu lado, pero no estás distraído(a): estás siempre consciente de lo que está pasando en la carretera, sabes cuándo cambiar la marcha, y demás.

Del mismo modo podemos aprender a no estar distraídos cuando estamos comiendo, caminando, sentados, o estando acostados, y también cuando estamos trabajando o hablando con otras personas. Puedes encontrarlo difícil al principio, de la misma manera como cuando comenzaste a manejar. Pero después de un tiempo se hace más fácil. No estar distraído significa que observamos lo que está pasando. Hay un tipo de presencia que siempre está observando. Pero normalmente no la notamos, porque nuestra mente está ocupada siguiendo pensamientos, emociones, y evaluaciones.

Puedes empezar a entrenarte poco a poco. Por ejemplo, cuando tienes tiempo libre puedes decidir “hoy quiero aprender cómo estar presente”. Si no dispones de todo el día, puedes dedicar dos o tres horas, o menos, a este entrenamiento, dependiendo de cuánto tiempo tengas.

Puedes hacer un tipo de compromiso contigo diciendo “voy a tratar de estar presente durante las próximas dos horas”. Y entonces observas tus pensamientos, sin estar distraído(a). Tú sólo notas “oh, yo estoy pensando esto”. Esto es todo, no hay mucho más que hacer. Entonces en algún momento a lo mejor quieres ir a la cocina por un vaso de agua. Para hacer esto no es necesario abandonar tu presencia. Te das cuenta “estoy pensando en ir a la cocina. Ahora me estoy levantando. Ahora estoy caminando”. Quizás te encuentras a alguien que te pregunta “¿qué haces?” y por un momento estás distraído(a). Pero entonces recuerdas “yo estoy hablando con esta persona ahora”. Y respondes sin perder tu presencia “voy a la cocina por un vaso de agua”. Esa persona dice “por favor, siéntate, yo te traigo el agua”. Respondes “muchas gracias”, entonces regresas y te sientas, siempre observando todo lo que haces.

Puedes ir adelante de esta manera y aprendes. Siempre es posible aplicar la presencia. Por supuesto, este no es el estado Dzogchén, no es nuestra real naturaleza. El estado Dzogchén está totalmente más allá de tiempo, esfuerzo y limitaciones. Aquí estamos pensando, hay un esfuerzo para prestar atención. Esto es llamado presencia ordinaria. Es una práctica extremamente útil, porque cuando sabes como estar en el estado Dzogchén, puedes integrar esa presencia fácilmente. Además, la presencia ordinaria es de gran ayuda en tu vida. Si no estás distraído(a) puedes trabajar mejor, disfrutar más, evitar decir y hacer cosas que sabes que te vas a arrepentir. Puedes notar todas tus tensiones y relajarlas. Es por eso por lo que debes aprender a estar presente.

Cuatro Momentos

Tradicionalmente decimos que nuestra vida está dividida en cuatro momentos: cuando estamos comiendo, caminado, sentándonos, y durmiendo. Si, como practicantes de Dzogchén, logramos estar presentes en estos cuatro momentos, entonces, podemos tener la realización total. De otro modo, si dedicamos sólo un tiempo limitado a practicar, sin importar cuán prolongado sea [ese tiempo], nunca podremos integrar toda nuestra vida con la práctica.

También, con frecuencia no estamos solos. Algunas personas se disturban o se enojan por ruidos de otros caminando o hablando; o están distraídos(as) por cosas externas y se enredan en interminables ilusiones ordinarias. Este defecto es llamado “el pasaje difícil cuándo la visión aparece como enemigo”. Esto demuestra que, aunque sabemos cómo continuar reconociendo el estado de calma y el movimiento de los pensamientos, no hemos tenido éxito en aplicar la presencia. Saber cómo estar presentes en estos cuatro momentos nos puede ayudar.

Comiendo

Comer y beber es como poner combustible a nuestro coche para que funcione. Nosotros no debemos estar gobernados por nuestro apego a la comida y la bebida. Si estamos presentes en esos momentos, nosotros también podemos comprender cuánto debemos comer, cuánto debemos beber, y demás. Pero lo más importante, si somos capaces de permanecer en nuestra naturaleza real mientras comemos y bebemos, podemos disfrutar de cualquier tipo de comida y bebida sin juicios.

Caminando

Cuando estamos en el estado de contemplación, no hay necesidad de cambiar nuestra posición o hacer alguna cosa especial. Por ejemplo, cuando estoy caminado en la calle, puedo también estar presente en mi condición real. Camino y estoy en estado de contemplación. No importa lo que estemos haciendo con nuestro cuerpo físico, podemos estar presentes sin modificar nada.

Sentados

Algunas veces estamos trabajando o haciendo algo mientras estamos sentados. En otros momentos no estamos haciendo nada en particular, pero estamos sentados. En esos momentos, también, es verdaderamente importante aplicar la práctica de estar presente. Estar sentado no sólo se refiere a estar sentado en meditación, en una posición especial. Yo puedo estar sentado o acostado en mi cama, y tan pronto pienso “Oh, yo quiero estar en el estado de contemplación”, entonces ya estoy en ese estado. Yo no asumo una posición específica. Si hago eso, estoy condicionado por la posición y estoy sólo siguiendo mis conceptos mentales.

Durmiendo

El tiempo que dedicamos a dormir es casi la mitad de nuestra vida, por lo tanto, si quebramos nuestra presencia durante la noche no podemos tener realización total. ¿Pero, cómo podemos mantener presencia mientras estamos durmiendo? Así como para la práctica durante el día, tenemos que entrenarnos poco a poco.

La Práctica de la Noche

Para estar en un estado continuo de presencia, debemos practicar día y noche. Durante el día, como hemos dicho, tratamos de estar presentes. Y, si hemos recibido la introducción al estado de Dzogchén de un maestro cualificado, trabajamos con la transmisión a través de la práctica de Guruyoga. Pero ¿qué debemos hacer por la noche? Básicamente, lo mismo.

En general, la práctica de la noche es conocida como “yoga del sueño”. Cuando nuestra mente, que está asociada a la conciencia y a todas las funciones de los sentidos, se despierta mientras el cuerpo está dormido decimos que estamos durmiendo. Si nos entrenamos en estar conscientes de que estamos durmiendo, podemos utilizar este tiempo para practicar. Sin embargo, no debemos ni tan siquiera perder nuestra presencia cuando estamos durmiendo, pero no soñando. Nadie sabe por cuánto [tiempo] dormimos antes de que surja el primer sueño. Algunas veces tenemos un sueño tan pronto nos quedamos dormidos, en otros momentos podemos dormir durante mucho tiempo antes de que comience un sueño. En las enseñanzas Dzogchén, el periodo desde que nos quedamos dormidos(as) hasta el despertar de nuestra mente y sus funciones se llama el estado de luz natural, cuando nuestra potencialidad real se revela a sí misma desnuda. Es posible aprender cómo no perder la presencia aun cuando dormimos profundamente, cuando no estamos soñando, porque el flujo de concienciación pura continúa siempre, ininterrumpidamente. No depende de la actividad de la mente.

La meta final de la práctica Dzogchén es no perder nunca la presencia. Existen muchos métodos distintos de yoga del sueño que están relacionados a las enseñanzas de Tantra, y algunas veces son un poco complicados. Pero si eres un practicante Dzogchén, el método es muy fácil. Cuando te vas a la cama, haces Guruyoga y tratas de dormir en ese estado. Esto es todo.

Desde luego, al principio puede ser difícil. A lo mejor tú tienes la idea de practicar, entonces te vas a la cama y la mañana siguiente te despiertas y piensas “Oh, me he olvidado”. Pero la próxima noche, y la noche siguiente, no te olvidas. Entonces puede ser que te olvides de nuevo, pero no te preocupes, porque tienes muchas, muchas noches para intentarlo otra vez. Lo principal es seguir intentándolo. De otro modo, a lo mejor lo intentas dos o tres veces, y si no lo logras inmediatamente puedes pensar “yo no puedo hacer esto”. Entonces te vuelves indiferente y no lo intentas nunca más. Esto es malo, porque la práctica de la noche es muy, muy importante. Cuando adquieres un poco de familiaridad con esto, en tus sueños puedes hacer todo tipo de prácticas. Puedes progresar más que en las prácticas [que haces] durante el día. El [tiempo durante el] día es bastante limitado y difícil para nosotros, pero durante el sueño el tiempo tiene un valor diferente.

En un periodo de mi vida estaba trabajando en la universidad de Nápoles, pero vivía en Roma. Yo trabajaba todo el día, dando lecciones, participando en reuniones, y demás. Cuando volvía a casa en tren, me sentía siempre cansado y muchas veces me quedaba dormido. Una vez, mientras empezaba a quedarme dormido, lentamente mi cabeza empezó a ceder hacia bajo y me desperté. Todo este proceso tomó sólo un momento, quizás tres o cinco segundos, no más que esto. Pero durante el momento en el que me quedé dormido y hasta que me desperté, tuve un sueño bastante largo. Me quedé muy sorprendido. ¿Cómo había sido posible tener un sueño tan largo en tan sólo un par de segundos? Esto es solamente un ejemplo para mostrar que el tiempo durante el sueño es diferente.