Una exposición fotográfica de Enrico Dell’Angelo
En Merigar Oeste, Italia, del 13 de marzo al 1 de mayo de 2022
La exposición forma parte de las actividades del proyecto “Semillas de Conciencia”, financiado por la Unión Budista Italiana, cuyo objetivo es potenciar las capacidades socioemocionales de los jóvenes para que puedan participar en la creación de una sociedad más inclusiva y acogedora y difundir el conocimiento de los principios de conciencia y de interdependencia.
El proyecto fue realizado por ASIA, Associazione per la Solidarietà Internazionale in Asia (Asociación para la Solidaridad Internacional en Asia) y por Merigar, la sede italiana de la Comunidad Internacional Dzogchen.
La intención del proyecto, ahora más que nunca, también debido a la pandemia que ha golpeado tan duramente a nuestro mundo, es ayudar a los jóvenes a comprender mejor su mundo interior para entrar en contacto con lo que ocurre en su interior y relacionarse con los demás con empatía, siendo conscientes de la interdependencia que une a todos los seres vivos.
El objetivo de la exposición es ayudar a los jóvenes a conocer el patrimonio cultural y espiritual del Tíbet, ya que en el imaginario colectivo el Tíbet está asociado a la paz, la compasión y la no violencia, gracias a la incesante labor de Su Santidad el XIV Dalai Lama, Tenzin Gyatso, poseedor del premio Nobel de la Paz. Este honor le fue concedido en reconocimiento a su compromiso por la promoción de un espíritu de tolerancia y colaboración entre todos los pueblos de la tierra y al llamado a considerar con mayor y más concreta atención las legítimas demandas del pueblo tibetano por su derecho a la autodeterminación.
Las 49 fotos presentadas fueron tomadas por Enrico durante su estancia en el Tíbet entre 1996 y 2010 y durante su último viaje a la India en 2014. En su mayoría en blanco y negro, las encontramos entre sus papeles, y forman parte de un archivo mucho más amplio. Las fotos que aquí se presentan son sólo las que él mismo seleccionó, curó e imprimió en persona. Son imágenes de paisajes del Tíbet, de personas que conoció durante sus viajes mientras supervisaba proyectos de desarrollo y emergencia, retratos de sus maestros espirituales, de yoguis errantes, de mujeres y hombres, de ancianos y de niños con los que solía detenerse para conversar.
Enrico supo, a través de la atención y la presencia que le caracterizaban, captar sus sonrisas, miradas y compartir momentos de familiaridad. La dulzura sonriente de su enfoque se ganó enseguida la confianza de las personas que conoció, permitiéndole acercarse y fotografiar sin ningún problema, creando inmediatamente una relación con aquellos a los que fotografiaba, superando fácilmente cualquier desconfianza que separa a personas procedentes de culturas diferentes.
Enrico era parte integrante de la cultura y la espiritualidad tibetanas, completamente inmerso en los paisajes y las personas, y quiso dejarnos un testimonio de un mundo que, lamentablemente, bajo la incesante y despiadada opresión china, corre el riesgo de desaparecer para siempre.
Andrea Dell’Angelo
Director de A.S.I.A.
Associazione per la Solidarietà Internazionale in Asia
“Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, no estás lo suficientemente cerca”.
(Robert Capa: Cuadernos de guerra en España, 1936-1939).
Esta foto fue tomada por mi tío Enrico. Cuando la miro la foto no tengo la menor idea de quién es el sujeto, ni cuando, ni en donde fue tomada. Se que fue en el Tíbet, pero en que lugar y en qué situación no tengo idea. Enrico a menudo fotografiaba a personas que no conocía, pero antes de tomar la foto siempre buscaba y esperaba a que las personas miraran, sonrieran o asintieran la cabeza para que le tomara la foto. Nunca lo vi robar un retrato, pero a menudo lo vi capturar momentos fugaces que luego fijó en una dimensión más allá del tiempo.
Se puede ver su presencia vigilante en muchas de sus fotos.
Una vez en el metro de Nueva York observé cómo podía entrar en el espacio de otras personas que luego fotografiaba. En realidad, a menudo eran los demás los que lo hacían, tal vez atrapados en su anzuelo. Llevaba una Leica con un cordón de color que llamaba la atención de sujetos muy diferentes.
Su rapidez en las bromas y su habilidad para hacer cumplidos, que nunca eran exagerados porque siempre eran desenfadados, al igual que su capacidad para burlarse pero nunca ofender porque siempre era un poco adulador, fue otro de sus grandes dones que resultó útil a la hora de seguir los consejos del célebre Robert Capa.
Inauguración de la exposición en Merigar. Foto: Mandarava Bricaire
En los últimos días de su vida, en el hospital, el pasatiempo favorito de mi tío era caminar por los pasillos con su sonda pegada al brazo, conociendo a la gente. En poco tiempo se había convertido en alguien querido por todos, tanto por los pacientes como por las enfermeras y los médicos. Era Enrico quien parecía ser el médico, siempre listo con palabras de ánimo y apoyo para cada situación, también para las personas que realmente hubieran querido ser las que lo alentaran.
Empiezo a creer que esta capacidad de acercarse a los demás le permitió superar la distinción entre uno mismo y los demás, o tal vez al revés.
Jampel Dell’Angelo
Nota biográfica sobre el autor
Enrico nació en Roma el 11 de septiembre de 1954. En 1976 conoció a Chögyal Namkhai Norbu, un gran maestro de la enseñanza Dzogchen, profesor de lengua tibetana y mongola y literatura en la Universidad Oriental de Nápoles. Para asistir a sus clases, Enrico se trasladó a Nápoles y se graduó en 1982 en lengua y literatura tibetanas escribiendo su tesis sobre “La ofrenda mágica del universo: un estudio de la enseñanza Bon de gShen rab Mi bo”, basándose en la traducción del Srid pa spyi mdo, un texto ritual muy antiguo de la tradición Bonpo. Para investigar sobre la antigua tradición bon viajó a la India en 1980, donde permaneció un año estudiando con Yongdzin Tenzin Namdak Rinpoche, uno de los más grandes maestros tibetanos contemporáneos, fundador de la Comunidad Bonpo de Dolanji y del Monasterio Triten Norbutse en Katmandú.
En 1988, Enrico viajó al Tíbet, en peregrinación al monte Kailash y para profundizar en la investigación del antiguo reino Bon de Shang Shung, en el Tíbet occidental. En 1988, junto con Chögyal Namkhai Norbu, ayudó a fundar la ONG ASIA para la conservación del patrimonio histórico y cultural y la identidad de los pueblos del continente asiático, con especial atención al Tíbet y la región del Himalaya. En 1989, fue uno de los fundadores del Instituto Internacional de Estudios Tibetanos Shang Shung, del que fue secretario general hasta 1996, año en el que se trasladó a Lhasa para trabajar como director de proyectos humanitarios de la ONG CISP, para la que trabajó hasta 1998. De 1998 a 2001 dirigió los proyectos de emergencia de la ONG ASIA en la prefectura de Ngari, Nagchu, en el Tíbet occidental, y en Qinghai, para ayudar a los nómadas afectados por las calamidades naturales causadas por el cambio climático. En 2002 fue contratado por la Fundación Trace, primero como director de programas de los proyectos en el Tíbet y luego como director ejecutivo de la Fundación. En 2010 dejó el Tíbet, donde había vivido casi ininterrumpidamente durante más de 14 años, y se trasladó a Nueva York, donde trabajó para la Fundación Trace hasta 2012. Al volver a Italia se dedicó a la organización y constitución de la Comunidad Internacional Dzogchen en la que trabajó hasta su prematura muerte en Roma el 26 de diciembre de 2016.
Enrico fue un tibetólogo apasionado, con un profundo conocimiento de la lengua y la cultura del Tíbet y al igual hablaba con fluidez varios dialectos tibetanos. Fue un gran fotógrafo y un entusiasta experto en la cooperación internacional. Dedicó toda su vida a la preservación de la cultura tibetana.
Traducción por Alejandro Pradillo Macias
Edición final Jaime Baldovinos Vidal